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LA RELACIÓN CON EL DINERO

November 16, 2008

sl373237Una de las relaciones más complejas y al mismo tiempo más determinante de la vida que uno disfruta es la relación con el dinero. En la sociedad actual asentada en el sistema capitalista de producción, el tiempo de trabajo se transforma en dinero y con el dinero, que es un equivalente general, se puede comprar entre otras mercancías tiempo libre. El dinero no sólo permite la consecución de cualquier proyecto sino que un proyecto sin dinero es puro delirio. Tendemos a pensar el dinero dentro de la dialéctica del tener o no tener cuando la propia idiosincrasia del concepto hace que sólo pueda ser en circulación. Decimos de él que es bueno o es malo y lo cierto es que hay quien con el dinero compra salud o educación y quien por el contrario sólo invierte en aquello que le enferma. El brillo del dinero parece estar entonces no tanto  en qué se gana sino en qué se paga.

Se nace dentro de una estructura socio-económica y a un montón de frases familiares que ya desde el nacimiento con la elección de un nombre van tallando nuestro imaginario. La manera de pensar el dinero que cada uno tiene está marcada por la ideología familiar y su producción tendrá la amplitud de sus prejuicios. Si la frase que comanda nuestras transacciones económicas es “pobre pero honrado”, es muy difícil que concluyamos con éxito cualquier movimiento que implique grandes sumas de dinero. La economía de todo individuo esta tocada por las estructuras económicas familiares que pulsan desde lo inconsciente. Cambiar de clase social implica poder alejarse de nuestra propia ideología, que es en realidad una cuestión educacional impuesta desde la familia y los modelos estatales.

Estamos habituados a escuchar que el dinero es un problema cuando no se tiene y deja de serlo cuando se tiene. Sin embargo, el dinero pensado más allá de una utilidad que satisface lo primordial de nuestras necesidades, puede proporcionar más de un incómodo cuestionamiento.

Es frecuente ver en la clínica cómo una entrada mayor de dinero puede develar conflictos familiares que antes no existían. La explicación más común cuando no se consigue algo en la realidad que el sujeto dice querer es la falta de dinero. Cualquiera puede escuchar o encontrarse diciendo que es por no tener dinero que no se compra un coche, o no aprende inglés, e incluso somos capaces de negarnos una salud mental adecuada, que evidentemente nos haría ganar más dinero, alegando problemas económicos.

El dinero nunca se tiene sino que como toda construcción humana se produce. Si cada vez que busco trabajo sólo encuentro puestos mal pagados que no me permiten vivir en la casa que digo querer o hacer los viajes que digo querer, conviene poner en cuestión ese deseo, porque cuando el sujeto psíquico dice que no puede, en realidad es que no quiere. Y esta verdad humana es algo que el narcisismo del sujeto no tolera bien. Preferimos pensar que es la mala suerte o que los otros no nos ayudan,  a reconocer nuestro propio deseo y admitir que si no consigo el dinero para lo que digo querer, algo en mi no está muy a favor de ese proyecto. En todo sujeto hay tendencias de todas clases y también pulsiones sádicas, es por eso que uno puede desear, por muy inverosímil que nos parezca, la pobreza.

No es fácil cambiar de clase social porque no es fácil renunciar a la ideología familiar ni evitar cierto sentimiento de culpabilidad ante el abandono que implica la superación de la economía paterna. El sujeto nunca renuncia con gusto a aquellos lugares que tiene rodeados por su libido y las frases familiares nos acompañan más allá de la infancia. Seguir pensando la vida con el dinero de los padres, esa será la única pobreza.