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LUDOPATÍA, LA HISTORIA DE UN AMOR

November 15, 2008

sl373619Jugar es una actividad de gran importancia en el desarrollo infantil, que cuando se encuentra inhibida señala algún escollo en el crecimiento. Así se suele decir, de manera muy acertada, que todo niño que no juega es un niño triste. El ser humano, que nunca abandona del todo aquellos lugares donde posó su libido prolonga la actividad lúdica infantil en la fantasía. El adulto sustituye el juego por la fantasía, tan necesaria para las creaciones artísticas como para la construcción de un pensamiento científico, ya que a cualquier producción nueva,  sólo es posible acercarse en un principio imaginándola.

Jugar y fantasear son actividades constitutivas del sujeto, sin embargo mientras hay quien en su fantasear tiene en cuenta la realidad y pinta un lienzo, la naturaleza humana puede también retirar todo su interés del mundo exterior y recluirse en la fantasía, como ocurre en los trastornos neuróticos. Los mismos mecanismos que sirven para escribir un poema intervienen en la producción de un síntoma.

Casi todos hemos jugado alguna vez a la lotería o algún otro juego de azar e incluso hay quien ha ganado mucho dinero con esta práctica. Para algunas personas, sin embargo, los juegos de azar se convierten en un camino de ruina y destrucción, en el que van dejando su familia, el trabajo, las amistades, el dinero …..El ludópata no juega para ganar sino para perder. El juego no termina para él hasta que ha perdido.

El primer amor de todo el mundo es la madre. Tanto el niño como la niña toman como primer objeto amoroso a la madre, que es percibida desde la indefensión inicial del bebé como omnipotente, capaz de subvertir cualquier necesidad. Al amor de esta madre mítica, que jamás existió, el ser humano nunca renuncia del todo. Más tarde con la llegada de un tercero, que como sabemos es el deseo de la madre por otra cosa que no sea su bebe, el niño siempre atento a la mirada de la madre , que ahora desvía su atención hacia otro lugar que no es él, descubre el mundo. Aquel amor, que se vivió como único y exclusivo sufre la decepción de ver que hay otros, que su madre no sólo lo desea a él. Es por medio de una decepción amorosa que ingresamos en el mundo. Cuando el niño le quita a la madre esa grandiosidad que él mismo le atribuyó, se transforma en un ser normal, es decir, mortal. Y su falta de inmortalidad viene a develar la propia muerte del sujeto, que para seguir gozando de la relación con esa madre mítica, que en psicoanálisis llamamos madre fálica, la reprime y la hace inconsciente.
La pérdida nos constituye como sujetos psíquicos y toda pérdida implica siempre una ganancia. El niño se ve obligado por la prohibición de lo social a renunciar al padre o la madre como objetos de amor y a cambio gana el mundo, en ese aceptar con papá no puedo acceder a todos los otros hombres. En la ludopatía el sujeto pierde su vida familiar, el trabajo, las relaciones, lo entrega todo ¿y qué gana? los brazos de aquella madre mítica, en los que todos caemos cada vez que nos sentimos decepcionados por la realidad. El juego se transforma en el único lugar donde siente que esa angustia que experimenta en todas las demás situaciones se calma. El ser humano siempre se mueve por un paso en falta, esto es, sólo después sabremos y es necesario aprender a tolerar cierta cuota de angustia, que es constitutiva del psiquismo humano para poder con algún proyecto. Ante lo nuevo siempre hay angustia y sumarse a lo nuevo es aprender a ganar, si bien la diferencia es algo que el sujeto no acepta de buen grado, pues ésta siempre remite a las diferencias sexuales, que le recuerdan al hombre su procedencia mortal.

La realidad material no es algo dado, aunque resulte más fácil poner en ella las causas de nuestras zozobras, sino que está determinada por cómo pensamos, por cómo nos posicionamos frente a esa primera pérdida  El tratamiento de la ludopatía requiere una escucha de los procesos inconscientes, que permita leer a quién y para qué entrega el sujeto toda su vida.